El alcaudón real es muy escaso en Europa y se restringe al sur de Francia, Portugal y España.

Se reconocen diferentes subespecies, que se extienden por tres continentes: Europa, África y Asia.

Coloniza toda la península, salvo la vertiente norteña de la Cordillera Cantábrica, Galicia y los Pirineos. Como especie reproductora se enrarece en el Sistema Ibérico y algunos territorios mediterráneos (Cádiz, vegas del Guadalquivir).

Para más información sobre su distribución territorial y otros datos de interés, consulta la ficha del alcaudón real en el III Atlas de las aves en época de reproducción en España.

Es la única especie sedentaria de la familia de los alcaudones residentes en España, aunque hay ejemplares que cruzan el estrecho de Gibraltar en agosto y septiembre. Además, en las Baleares solo se detectan ejemplares en los meses invernales.

En la Península existen zonas donde macho y hembra se mantienen juntos en el territorio de cría, mientras que en otras las hembras se dispersan.

Se estima que en el suroeste de Europa hay entre 720.000 y 1,2 millones de individuos, con tendencia decreciente (Lista Roja Europea de Aves 2021).

Gran parte de este contingente estaría en España, donde vivirían unos 280.000 ejemplares. De acuerdo con los datos obtenidos en 2018 por el programa SACRE, la tendencia parece declive fuerte en los últimos años, llegando a alcanzar una disminución del 70 % desde 1998.

El alcaudón real ocupa zonas abiertas, con árboles y arbustos dispersos, casi siempre por debajo de los 1.500 metros de altitud. Se observa en dehesas, manchas abiertas de matorrales (chaparros, enebrales, sabinares pastoreados), campiñas, almendrales, olivares y, en general, en parajes agrarios con cultivos, tanto de secano como de regadío.

En Canarias, la subespecie koenigi se instala en territorios costeros dominados por cardones y tabaibas o en retamares y campos de cultivo abandonados.

Se alimenta de grandes insectos (escarabajos, saltamontes, grillos), ratones, topillos, pajarillos y reptiles. Con frecuencia genera despensas empalando sus presas en las ramas punzantes de majuelos, endrinos y otros arbustos pinchudos (dibujo 3).

Para despedazar a sus presas más grandes se apoya en dichos arbustos y en alambradas con espino. Caza al acecho, oteando desde un posadero dominante, como postes de teléfono o eléctricos, cables paralelos a carreteras y caminos, o ramas altas de arbustos. Puede llegar a imitar el canto de otras aves menores para atraerlas y darles caza.

En territorios semiáridos y cálidos de África inicia la reproducción en enero, pero en España suele comenzar en marzo o abril. Puede sacar adelante hasta tres polladas, aunque en general tiene una puesta, especialmente en territorios fríos continentales o de media montaña.

Emplaza el nido en arbolillos o en arbustos densos, habitualmente pinchudos. Para construirlo emplea ramitas, hierbas secas y musgo.

La puesta consta de cinco a siete huevos, de color blanco verdoso u ocre y con motas oscuras (pardas, rojizas, grises o de color púrpura), que se concentran en el polo más ancho. Los pollos nacen tras 15-19 días de incubación, son alimentados por ambos padres, y en menos de tres semanas abandonan el nido.

El Libro Rojo de las Aves de España 2021 considera esta especie EN – En peligro, y la causa de esto es el declive que ha sufrido en los últimos años.

Se incluye en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, pero no en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

Según los estudios realizados esta especie ha sufrido una bajada del 70 por ciento entre 1998 y 2018, lo que supone el declive más acusado de entre todos los paseriformes.

Parece ser que, al igual que con otros alcaudones y muchos otros insectívoros, la principal razón de esta regresión se haya en el uso indiscriminado de pesticidas que se realizan en la industria agraria.

Y al igual que con otros alcaudones, se piensa que medidas ligadas a los usos agrícolas y silvícolas como pueden ser minimizar el uso de fitosanitarios en las zonas sensibles o prohibir reforestaciones masivas, podrían tener efectos muy positivos en la población de este animal.